La mujer de Boabdil

“Ali Athar, vendedor de especias y general famoso, con sus hazañas alcanzó las mayores honras nazaríes. Alcaide de Loja, señor de Xagra, primer mayordomo de la Alhambra y alguacil mayor del reino de Granada, culminó sus aspiraciones al convertirse en suegro del Rey. Efectivamente, su hija Morayma, de quince años, casó con Boabdil, heredero del trono alhamar. Siendo muy rico vivió pobre, ya que sus rentas las invertía en la defensa del Reino. Para probar los sacrificios de este rico alcalde y su patriotismo, escribe Lafuente Alcántara, baste decir que su hija Morayma, el día de las bodas, tuvo que engalanarse con vestidos y joyas prestadas. Un cronista, invitado a la fiesta nupcial, cuenta que la novia vestía saya y chal de paño negro y una toca blanca que casi le ocultaba el rostro, lástima, dice, porque sus facciones son muy lindas y seductoras. Y un poeta musulmán asegura que Morayma tenía ojos grandes y expresivos en un rostro admirable y, conjetura, a través de las tupidas ropas adivinábanse unos hombros, unos brazos, unas caderas y un talle de clásicos y opulentos contornos.
 Los historiadores, más adelante, se refieren a ella como la tierna Morayma y como la sufrida esposa del Rey Chico.

Pocas mujeres ha habido, sin duda, tan desgraciadas como ella, recuerda Fidel Fernández. A pocos días de la boda, Muley Hacén encarcela a su hijo Boabdil y separa brutalmente a la jovencísima esposa, confinándola en un carmen próximo a la Cuesta del Chápiz. Después de la batalla de Lucena, en la que muere Alí Athar y es hecho prisionero Boabdil, Morayma, con su hijo Ahmed de poco más de un año, se retira nuevamente al carmen, donde sobrelleva los largos meses del cautiverio de su esposo en Porcuna. Al fin, los castellanos liberan al Rey Chico tras de un pacto en el que, entre otras condiciones, ha de entregar como rehén a su primogénito. Ahmed, acababa de cumplir dos años, no le será devuelto a su madre hasta la entrega de Granada, cuando tiene nueve, no conoce el árabe, es cristiano y atiende por el “infantico”, mote que le impuso Isabel la Católica.

Morayma se recogerá, dos veces más, en el carmen del Albayzín y por último, con su esposo, mientras esperan la salida hacia el destierro del Andarax, señorío alpujarreño que le asignaron los castellanos. Ahora que ya no tienes reino, refúgiate en el corazón de tu mujer, dijo Aixa Fátima a su hijo, pero Morayma, destronada sin que jamás hubiera gozado de las delicias del trono sólo podía ofrecer a Boabdil el jardín último de su entrega, el recuerdo de aquel carmen del olvido en el que fuera tan desgraciada. Desde este lugar del Albayzín, el Mirador de la Esperanza, Morayma contemplaba largamente los palacios de la Alhambra, en los que apenas fue Reina.

Marcharon al Andarax y allí permanecieron hasta que los de Castilla, en una nueva traición, decidieron expulsarlos de España, lo que sucedió al término de las calores del verano en 1493. Así, en octubre, Boabdil, su madre Fátima, su hermana, sus hijos Ahmed y Yusef y algunos amigos y criados, salieron del puerto de Adra camino de Africa. Morayma, el único amor de Boabdil, no se le conoce otro, afirma un cronista, el único ser que hubiera podido hacerle soportable la pena del destierro, moría días antes de abandonar las Alpujarras.

Y fué enterrada en la mezquita de Mondújar, rauda a la que ya habían trasladado, desde la Alhambra, los restos de los sultanes Mohammad II, Yusef I, Yusef III y Abu Saad, según consta en el folio 28 del libro de Apeo (1577) de dicho lugar. el cadáver de Morayma se llevó a Mondújar para que reposara junto a los de los reyes nazaríes y, al mismo tiempo, Boabdil dispuso la entrega de ciertos bienes al alfaquí de Mondújar para que rezara dos veces en semana ante la tumba de Morayma y una renta importante a los ulemas a fin de que oraran diariamente por su esposa en dicha mezquita (según el pleito sostenido entre la iglesia del pueblo y doña Guiomar de Acuña, heredera de don Pedro de Zafra, alcalde de Mondújar, en el año de 1500, manuscrito que se conserva en el archivo general del Arzobispado de Granada).

Apenas embarcado Boabdil para su destierro en Marruecos, dice Fidel Fernández, los cristianos se incautaron de los bienes destinados a oraciones por Morayma y, con ellos, levantaron una iglesia sobre el solar de la mezquita, que no tuvieron inconveniente en demoler. Última amargura en el recuero de Morayma, cuyo cadáver recorrió, en el mayor de los secretos, los sometidos y calurosos valles que van desde el Presidio de Andarax (la antigua Cobdaa), Alquería, hasta Mondújar”.

Francisco Izquierdo, Poeta Granadino